Capítulo VIII

En este capitulo Homero relata tres historia de amor. La primera es la historia de Castor y Polux. Ambos eran hermanos por parte de la reina Leda, sin embargo Polux era hijo de Zeus y Castor hijo del rey Tíndaro.

Juntos vivieron todo tipo de aventuras y fueron dejando un gran record de hazañas en su camino. La vida de ellos parecia no tener fín, sin embargo Castor era mortal mientras que Polux era inmortal. Un día decidieron enfrentarse a sus primos Idas y Linceo, y este ultimo atravieza con su espada a Castor.

 

Por esta razón Polux le suplica a Zeus que reviva a su hermano, y el dios del olimpo se ingenia una manera de mantenerlos juntos para siempre, la cual consiste en que Polux baje al reino de los muertos durante seis meses, y Castor suba al reino de los vivos los siguientes seis meses.

La segunda historia es la de Narciso, un joven muy bello que se enamoró de si mismo y siempre miraba su reflejo en los rios hasta que se consumió en su propia vanidad al tratar de tocar el reflejo y nunca poderlo hacer.

 

Sin embargo Narciso también tuvo alguien que lo amara, este es el caso de la ninfa Eco, que era muy conocida por su maestria para contar historias. Tanto era así, que pasaba las tardes al lado de Hera, la esposa de Zeus, sin embargo ella la maldijo y Eco nunca pudo volver a hablar nada más que no fuera repetir lo que otros decían, por esa razón Narciso la abandonó, y Eco poco a poco se fué consumiendo en la tristeza.

La tercera historia es la de la Ninfa Galatea, ella estaba enamorada de Acis, un pastor de ovejas que todas las tardes iba al mar a hablar con ella. El amor entre ambos era evidente, y se entretenian mucho juntos. Pero habia alguien más enamorado de Galatea, este es el cíclope Polífemo, quien con su horrible aspecto nunca pudo interesar a Galatea.

Polífemo en un ataque de celos mata a Acis, y las lagrimas de Galatea hacen que se forme un rio. Como el cíclope perdió a su amada también, decidio nunca volver a salir de su caverna, únicamente para pasear a su rebaño.